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Keep calm

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La decisión más llamativa de Zinedine Zidane en su regreso al banquillo del Santiago Bernabéu estuvo en una alineación en la que más que una idea, el galo pareció querer lanzar un mensaje. Como si hubiera hecho una lista decreciente con los futbolistas de mayor talento de la plantilla y hubiera elegido todos los que tenía disponibles hasta llegar a once.

Fue ese, visualmente, el principal impacto con respecto a lo que venía haciendo Solari, que priorizó en sus alineaciones otro perfil de futbolista. El argentino fue muy coherente entre sus onces y el sistema de juego diseñado, en el que se buscó siempre mucha intensidad y agresividad en las acciones defensivas. Precisamente aquí nació el segundo y principal punto de discordancia entre ambos técnicos: del frenetismo de Solari a la calma mansa de Zidane.

El primer cambio de Zidane estuvo en la forma de interpretar la fase defensiva: el Real Madrid cambió buscar el robo por proteger el espacio

La primera medida del galo tuvo que ver en cómo afrontar la fase defensiva: casi ningún jugador blanco metía el pie, sino que ocupaba el espacio y retrocedía hasta armar un 4-4-2 en el que Isco y Benzema quedaban pendientes del doble pivote del Celta, pero ninguna de las diez piezas de campo buscaba arrebatarle la pelota a su rival de forma activa.

Eso dio lugar a una sensación bastante pasiva del Real Madrid, lo que sumado a un contrario que por composición de plantilla cuenta con jugadores capaces de conducir y dividir la atención de las marcas, provocó que el Celta igualase la posesión del conjunto blanco durante muchos minutos, aunque es cierto que en el último tercio la sensación de peligro se limitó a un buen cabezazo de Maxi Gómez. El motivo fue que el Real Madrid cedió más espacio, pero abrió menos puertas en su propio campo al no saltar tanto al poseedor.

Quedando claro cómo pretende comenzar a construir Zidane su equipo en esta segunda etapa en el cuadro merengue, es cierto que de nuevo el Real Madrid quedó corto de intimidación en ataque durante muchos minutos, sobre todo en la primera mitad. Al final, y da igual cómo ordene las piezas su técnico –en este caso un 4-2-3-1 con Bale arrancando de derecha y Asensio de izquierda, e Isco moviéndose por delante de Kroos y Modric- un dibujo formado con los hombres citados más Benzema y Marcelo, va a tender a quedarse corto de movilidad en vertical sin pelota e intimidación en el área.

El Real Madrid no consiguió cargar el área con demasiados hombres ni con excesiva agresividad

Son muchos los futbolistas que demandan la pelota al pie, por un lado, y que se quedan cortos de uno contra uno, por otro. Aún así, el equipo blanco consiguió encontrar alguna situación de gol antes de que en la segunda mitad estabilizase la posesión cerca del marco de Rubén Blanco, gracias a dos motivos. El primero fue por pura calidad: los de Zidane comenzaban la acción ofensiva lejos de la portería rival, pero a diferencia de lo sucedido en las últimas jornadas, los pases o giros entre muchas piernas eran más precisos gracias a ese plus de talento con el que contaba su once.

El segundo estuvo en el cambio de banda entre Bale y Asensio. Cuando el galés pasó a izquierda provocó un plus de profundidad en esas lentas construcciones, aunque la nula presencia en el área –Benzema, cuya especialidad no es bregar con los centrales, estaba muy sólo y encima llegaba después de haber ido atrás a apoyar- evitó que esas acciones significasen una intimidación real.

La segunda parte del Real Madrid fue bastante más agresiva, principalmente gracias a cómo encontró el equipo a Asensio y qué intención tuvo el mallorquín tras recibir

En la segunda mitad, sin embargo, el Real Madrid sí consiguió jugar con el bloque junto cerca de portería rival, evitando transiciones al ataque del Celta con mucha más frecuencia y provocando situaciones de profundidad, a pesar de que el once seguía siendo el mismo. La posición de Marco Asensio, pinchado en el sector derecho, y su predisposición para cortar hacia dentro en diagonal con mucha agresividad fueron la principal explicación a que los de Zidane cambiasen una circulación tediosa por una bastante más agresiva.

Con un elemento del once capaz de intimidar desde la conducción, el Real Madrid logró ganar 20 metros en la altura de Kroos y de Modric, lo que también significó que Marcelo jugase aún más arriba. Con la calidad cerca entre sí y pasando más tiempo en campo rival, el equipo blanco logró rematar más y evitar que el Celta contragolpease. Con el 1-0, Zidane apuntaló la idea, manteniendo esa intención de proteger el espacio, pasando a un 4-1-4-1 en el que Kroos era el pivote y Modric y Ceballos la pareja de interiores, dejando la sensación de que dependiendo del uso de Isco, el galo irá moviendo el árbol en las últimas jornadas


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